Frédéric Chopin (1810-1849)

Frédéric Chopin (1810-1849)   recibió el nombre de Fryderyk Franciszek Chopin. 

La fecha de su nacimiento es incierta: el propio compositor declaraba que había venido al mundo en 1810, el 1 de Marzo, por lo que siempre celebró su cumpleaños en aquella fecha, aunque en su partida bautismal figure como nacido el 22 de Febrero.




Fue hijo de un maestro francés emigrado a Polonia. Nació en la aldea de Żelazowa Wola, en el voivodato de Mazovia, a 60 km de Varsovia (Polonia). 


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Tuvo tres hermanas: Ludwika (también conocida como Ludvika, (1807-1855), Izabella (1811-1881) y Emilia (1813-1827).

Frédéric Chopin y sus hermanas crecieron en un entorno en el que el gusto por la cultura en general y, la música en particular, era considerable. Su primera maestra de piano fue su hermana Ludwika, con quien luego tocaba duetos para piano a cuatro manos.
Al destacar pronto sus excepcionales cualidades, a los seis años sus padres lo pusieron en manos del maestro Wojciech Żywny, violinista, amante de la música de Johann Sebastian Bach (hecho entonces poco común) y de Wolfgang Amadeus Mozart, y que basaba sus enseñanzas principalmente en dichos compositores.

Un año más tarde, cuando tenía siete años de edad, compuso su primera obra y como no sabía escribir muy bien, la pieza fue anotada por su padre. Se trataba de la Polonesa en sol menor para piano.


                                              



  A los ocho años tocaba el piano con maestría, improvisaba y componía con soltura: dio su primer concierto público el 24 de febrero de 1818 en el palacio de la familia Radziwill de Varsovia, donde tocó el Concierto en mi menor de Vojtech Jirovec. Pronto se hizo conocido en el ambiente local de la ciudad, considerado por todos como un niño prodigio y llamado el «pequeño Chopin». Comenzó a dar recitales en las recepciones de los salones aristocráticos de la ciudad.



También desde su niñez se manifestó ya un hecho que marcó poderosamente su vida: su quebradiza salud. Desde niño había sufrido inflamaciones de los ganglios del cuello y había tenido que soportar frecuentes sangrías.

Si el piano es el instrumento romántico por excelencia se debe en gran parte a la aportación de Frédéric.


 Tanto Wojciech Żywny (nombrado anteriormente) y Jozef Elsner (compositor), que no eran pianistas profesionales, le dieron las herramientas básicas y supervisaron sus primeros pasos, pero no encaminaron al joven hacia un método, escuela o estilo particular. Sus valiosas enseñanzas proporcionaron una sólida base teórica y técnica al talento del muchacho, quien desde 1829 emprendió su carrera profesional como solista con una serie de conciertos en Viena.

El fracaso de la revolución polaca de 1830 contra el poder ruso provocó su exilio en Francia, donde muy pronto se dio a conocer como pianista y compositor, hasta convertirse en el favorito de los grandes salones parisinos. En ellos conoció a algunos de los mejores compositores de su tiempo, como Berlioz, Rossini, Cherubini y Bellini.






En el invierno de 1835 enfermó y en la primavera de 1836, su enfermedad volvió a manifestarse con énfasis, aunque sus malestares no le impidieron solicitar la mano de Maria Wodzińska, una adolescente de 17 años de la que se había enamorado. El compromiso fue mantenido en secreto. Posteriormente, y al conocer la enfermedad que padecía el músico, la familia Wodzińska declinó el compromiso.


Chopin eligió el oficio de pedagogo como medio de vida por razones de necesidad: sus composiciones le significaban sumas ínfimas y ofrecía muy pocos conciertos —y a menudo en beneficio de alguna obra de caridad.

                                                  

A finales de octubre de 1836 conoció a la escritora George Sand. Al aproximarse el invierno de 1838 la salud de Chopin se había resentido y su médico le aconsejó el clima saludable de las Islas Baleares para mejorarse. Así, el compositor, Sand y los dos niños de ella se fueron un tiempo allí. Ese invierno en las islas fue lluvioso sin interrupción. La constante humedad no hizo sino empeorar la condición de sus pulmones. En el 1839, partieron definitivamente de la isla de Mallorca a causa de un agravamiento de la dolencia respiratoria del compositor.


                   

Desde finales de 1845 comienza a tensarse la relación entre Sand y Chopin, terminando con la separación en 1847. Para entonces Chopin se hallaba gravemente afectado por la tuberculosis pautando el proceso de debilitamiento que finalmente lo conduciría a la muerte.
En 1984 realizó una última gira de conciertos por Inglaterra y Escocia, que se saldó con un extraordinario éxito.

 
Falleció a las dos de la madrugada del 17 de octubre de 1849, a la edad de 39 años.

Estilo musical y obras:

El compositor polaco exploró un estilo intrínsecamente poético, de un lirismo tan refinado como sutil, que aún no ha sido igualado. Pocos son los músicos que, a través de la exploración de los recursos tímbricos y dinámicos del piano, han hecho «cantar» al instrumento con la maestría con qué él lo hizo. Y es que el canto constituía precisamente la base, la esencia, de su estilo como intérprete y como compositor.

                                             

Excepto los dos juveniles conciertos para piano y alguna otra obra concertante (Fantasía sobre aires polacos Op. 13, Krakowiak Op. 14) o camerística (Sonata para violoncelo y piano), toda la producción de Chopin está dirigida a su instrumento musical, el piano, del que fue un virtuoso incomparable. Sin embargo, su música dista de ser un mero vehículo de lucimiento para este mismo virtuosismo: en sus composiciones hay mucho de la tradición clásica, de Mozart y Beethoven, y también algo de Bach, lo que confiere a sus obras una envergadura técnica y formal que no se encuentra en otros compositores contemporáneos, más afectos a la estética de salón.
                             


La melodía de los operistas italianos, con Bellini en primer lugar, y el folclor de su tierra natal polaca, evidente en sus series de mazurcas y polonesas, son otras influencias que otorgan a su música su peculiar e inimitable fisonomía.


A todo ello hay que añadir la propia personalidad del músico, que si bien en una primera etapa cultivó las formas clásicas (Sonata núm. 1, los dos conciertos para piano), a partir de mediados de la década de 1830 prefirió otras formas más libres y simples, como los impromptus, preludios, fantasías, scherzi y danzas.


Son obras éstas tan brillantes –si no más– como las de sus predecesores John Field y Carl Maria von Weber, pero que no buscan tanto la brillantez en sí misma como la expresión de un ideal secreto; música de salón que sobrepasa los criterios estéticos de un momento histórico determinado. Sus poéticos nocturnos constituyen una excelente prueba de ello: de exquisito refinamiento expresivo, tienen una calidad lírica difícilmente explicable con palabras.